El encierro
No nos hemos cuestionado
si las aves en su encierro sueñan al
viento.
Si contemplan la ventana suplicantes a
las nubes.
Si su canto va creciendo y se atora en
los huecos de su jaula,
de su pequeña vida, su pequeña suerte.
Veo las paredes de mi casa,
sus esquinas
eternizadas.
Imagino la fuga,
el imaginario juego de sombras.
Las alas que van tan solo de un extremo a
otro de la pared.
Torpes.
Acabadas de nacer.
El silencio revolotea y se posa en mis
objetos.
Movimiento.
Partículas del aire se esparcen para
convertirse en el polvo que respiro.
Quizás afuera no hay nada diferente.
Me asomo para comprobarlo.
Afuera no hay
nada diferente.
Demasiada vida.
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