Preludio

LADO A: Mi espacio

Ese día decidí usar el metro por prácticas razones. Tomar el metro significa caminar al menos veinte cuadras a la estación más cercana. Estando en la estación Zaragoza, una persona me reconoció, acompañó su saludo con sus condolencias por el reciente fallecimiento de mi esposo. Al llegar el vagón, me dijo con mucha propiedad “te cedo tu espacio” y se retiró a entrar por otro vagón. Mi espacio, pensé, es aquel que me permite estar sola sin tener que decir o explicarle nada a nadie. Sin embargo, en la caminata de regreso no podía evitar desmenuzar mi espacio y tornarlo en piezas de tiempo, lugar, imágenes y sonidos.

El espacio, según la cosmovisión maya, es aquel repartido en cuatro partes, la extensión de los cuatro rincones sostenidos por las ceibas sagradas entre el supra mundo y el inframundo, el ser humano como centro, en el equilibrio.  El tiempo era medido por la salida del Sol, entonces la relación espacio-tiempo era circular y todo se sincronizaba en armonía con las estaciones del año y los elementos mágicos. Tomando en cuenta lo anterior, pensé en que todos debíamos tener nuestras cuatro ceibas en la vida, esos cuatro puntos cardinales sosteniendo el peso de las vivencias y decisiones. Y entonces, ¿cómo determinar esos cuatro pilares? Si se definen el día de hoy, seguro tendrían que influenciarse por las circunstancias del presente, pero hace cinco, diez, quince años ¿eran los mismos? ¿Qué hay de los recuerdos, cómo definirlos cuando se encarnan casi vivos a un espacio de presente?

Así, desmenuzando un poco, Kant habla de las intuiciones como base para establecer un orden de espacio-tiempo, más allá de considerarlo un concepto es una idealidad trascendental ya que para visualizar ambas cosas debíamos procesar mentalmente su representación con los sentidos internos, antes que los externos. Entonces pienso en los recuerdos, ¿qué papel de intuición juegan al manifestarse en el espacio-tiempo que ahora está vacío? ¿Existe en verdad un vacío si la memoria por medio de la intuición te hace crear un espacio-tiempo?  Para Newton, por ejemplo, no existía el espacio-tiempo, ambos era términos que debían definirse independientes. El espacio contiene y condiciona el movimiento. De manera que pienso: el vacío como espacio también contiene y condiciona los recuerdos.

El espacio en que vivimos – trátese de uno físico, emocional o de tiempo – no es más que una aproximación poética de nuestra realidad. Al pensar en tantas posibilidades para definir ese “espacio”, aquel que en recientes días me cuestiona, termino concluyendo en aquello de la poética del espacio de Gaston Bachelard: en la casa se encuentra un albergue, la casa es el albergue del ensueño, ese sitio que cobija al soñador. Pensamientos, recuerdos y sueños. Recuerdos, pensamientos y sueños. Sueños. ¿Es el espacio algo-alguien que está en nuestra cabeza solamente?

“Te cedo tu espacio”, fue como arrojar una granada. Tantos blancos, todo es mi espacio, mi ciudad, mi casa. Pienso en ese refugio del pasado, en tentar al recuerdo con los ojos abiertos, en la intemperie que forja la soledad. Bachelard considera que la vida empieza encerrada, protegida, tibia en el regazo de una casa. Hago planes para irme de este espacio, la casa agridulce, repaso el invierno pasado cuando conocí a Paris, son apenas siete meses y en dos más, espero renacer…

LADO B: El nombre

Solíamos bromear que el día en que no estuviéramos juntos, sería imposible olvidarlo pues su nombre está en todas partes (cosméticos, salones de eventos, agencias de viajes, etc.). 

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